lunes, septiembre 26, 2005

La tradición de la inercia


El festival del cantar, la semana de aniversario, el festival de rock, el campeonato de fútbol, el día del niño, el campeonato de basketball, la semana de la “chilenidad” (que lo único de chileno que queda es el torneo de cueca), el día del profesor, el día del alumno, el día de la mujer y fiestas, entre otros tipos de actividades son el programa típico de un Centro de Alumnos. Las mencionadas fechas denominadas “memorables” son aquellas que constituyen la tradición del colegio y mientras mejor estén organizadas, más prestigio tendrá el Centro de Alumnos de turno.

Por otro lado, más de 7000 personas viven en las calles, miles de personas viven en la miseria absoluta, cientos de jóvenes comen lo que nosotros desechamos, miles de jóvenes no tienen cómo costear sus estudios en la universidad, año tras año unos pocos protestan por el pase escolar, el valor de la PSU se hace cada vez más excesivo, la ponderación de notas de enseñanza media (NEM) es una burla, entre otros muchos problemas que nos afectan directamente a nosotros y a la gente que nos rodea.

El Centro de Alumnos es el medio de participación más importante del mundo secundario y lamentablemente lo estamos desaprovechando. Es una organización para canalizar ideas, planes y especialmente problemas de los estudiantes, sin embargo, esa misión no se cumple en la mayoría de los colegios. Las ideas son las mismas que hace 5 años, los planes se repiten cada periodo y los problemas parecen no existir: la tradición es un hecho.

Espero que además de todas esas actividades típicas que hacen de un Centro de Alumnos una productora de eventos, sea una tradición trabajar por una justicia social, que sea una tradición ayudar al prójimo, que sea una tradición la solidaridad, que sea una tradición y un deber de todo estudiante luchar por todo aquello que creemos justo, es un deber trabajar por una sociedad sin discriminación y sin desigualdad.

“No seré yo, como rebelde estudiante del pasado, quien critique su impaciencia, pero tengo la obligación de llamarlos a la serena reflexión”, nos decía Allende. Parece que nos convertimos en personas muy pasivas y nuestra profunda reflexión está agobiando a mucha gente que clama por el amparo de una mano amiga.

Convirtamos nuestros ideales en trabajo y dejemos de lado la indiferencia. Muchas cosas pasan por nuestros ojos y no reaccionamos. Hagamos del actuar y trabajar por la justicia una tradición.

Este fue el paper que hice para el boletín informativo "El Megáfono" en su primera edición (pronto se viene la segunda edición) el que fue entregado en el foro que hicimos con Acción Política Secundaria (A.P.S).

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